Del pan a lo justo: «Antes vendíamos facturas todos los días, ahora apenas los fines de semana»
25 de junio, 2025 - 22:19La crisis golpea con fuerza al comercio local y las panaderías no son la excepción. Claudio, panadero de toda la vida en el barrio Pueyrredón, trazó un panorama crudo: la informalidad crece, el consumo cae y mantener los precios se vuelve cada vez más cuesta arriba.
“Paso por los semáforos y me ofrecen churros, tortas fritas… cada vez hay más gente vendiendo en la calle. Y claro que nos afecta”, lamentó Claudio en diálogo con FM La Petrolera. En una ciudad donde la desocupación empuja a muchos a “rebuscársela como pueden”, la venta ambulante avanza y genera una competencia difícil de afrontar para quienes tienen un comercio formal. “Nosotros pagamos impuestos, sueldos, controlamos la higiene… no se puede competir con alguien que vende desde un cajón en la vereda”, señaló.
A eso se suma otro fenómeno llamativo: el boom de las panaderías. “Veo que abren muchas, pero también hay otras que se achican porque no les dan los números. El consumo bajó muchísimo”, explicó. Y lo siente en carne propia: “El ticket promedio en mi negocio está en unos 14 mil pesos, y eso es bajísimo para lo que se solía vender”.
Los productos más golpeados por la recesión son los de pastelería. “Antes vendíamos todos los días, ahora solo los fines de semana. La gente dejó de darse esos gustos”, aseguró. En cambio, el pan —producto básico— tuvo un leve repunte. “Vendemos un 15% más, porque es lo que no puede faltar en la mesa”.
En cuanto a los costos, si bien algunas materias primas como la harina y la grasa se mantuvieron estables, otros insumos siguen en alza. “El huevo está carísimo por el frío, lo mismo los lácteos. Y todo eso impacta en nuestros precios finales”, contó. A pesar de la suba generalizada, Claudio se esfuerza por no trasladar todos los aumentos al consumidor.“Chequeamos precios cada semana, ajustamos lo mínimo indispensable”.
Finalmente, aunque entiende la necesidad que empuja a muchos a trabajar en la informalidad, fue claro: “Hay que capacitar a la gente. Está bien que trabajen, pero también hay que cuidar al cliente, la salud y la calidad de lo que se vende. Hay una cultura del pan que no se puede perder”.